jueves, 30 de junio de 2011

IDES Y SUS 80 AÑOS DEDICADOS AL ARTE

IDES KIHLEN, la pintora que comenzó a conquistar a los amantes del arte hace tan sólo 10 años, cuando por fin se animó a exponer sus obras, celebra 80 años entre óleos y pinceles con una muestra donde refleja su mirada fresca. También pianista, trabaja en una serie donde música y pintura conversan en armonía.

miércoles, 29 de junio de 2011

Nuestra trastienda


 

 

 

Alonso Carlos, Entre telas, 1999, acrílico sobre tela, 50 x 100 cm


Alonso, Carlos, El pintor y la modelo, 1999, acrílico sobre tela, 50 x 100 cm

Del Prete, Juan, Abstracto, óleo sobre madera, 26 x 14 cm

Gurvich, José, tabla tallada, 1964, 65 x 24 cm
Del Prete, Juan, Figura con Marinas, 1974, óleo sobre tela, 115 x 129 cm

Cogorno, Santiago, Esculturas, talla en madera
Piamonti, Fernanda, Facultad de Derecho, Mixta s/ tabla, 42 x 132 cm, 2009

Piamonti Fernanda, Vista Riachuela, mixta sobre tabla, 25 x 25 cm
Alonso Carlos, Mesa de trabajo, 2001, acrílico sobre tela, 150 x150 cm

lunes, 27 de junio de 2011

Escuchar el color, y ver el sonido. (Nota revista el Cronista Clase Ejecutiva)






Ides Kihlen, la artista plástica que hace más de ochenta años dedica su vida al arte, paradójicamente resulta una figura emergente ya que sus cuadros recién pasaron de lo privado a lo público en la última década. "Tal vez por timidez" Y miedo. No me gusta el fracaso. Se que se aprende de él, pero tenía miedo de que me dijeran que lo que pintaba era un mamarracho".

Pero la pintura no es su única pasión. La música es otra de las razones de sus desvelos, Ambas artes tienen desde siempre, un lugra preponderante en mi vida.

Creé una tabla de colores con las notas del piano. O sea (explica), a cada nota le pertenece una escala cromática. A la nota Mi (una de sus preferidas), el rojo; a Do, el negro; a Re, el amarillo; a Fa, el gris; a Sol, el azul; a La, el blanco, y a Si un amarillo más claro que el Re.
Entonces, escucho el color del piano.

viernes, 24 de junio de 2011

HOY Gallery nigth 19 hs

PRÓLOGO PARA LA MUESTRA


Hay personajes que dotados por el  “Supremo”, aquilatan dones ajenos al común de los mortales. Ides Kihlen es uno de ellos.

Sus profesores han sido los grandes maestros de las Artes Plásticas en la Argentina, pero han quedado en una anécdota. Ides se ha superado de la influencia del “fa – presto” que generalmente acompañan la facilidad del oficio.

Atemporal es el calificativo que a nuestro entender merece su obra, es la sinfonía que perdura.

Solamente un espíritu joven a los 94 años de vida, demuestra haber trascendido lo temporal.

Es la forma, en muchos casos, el soporte para el color, color que fluye naturalmente, rememorando con un estilo propio, a los grandes pintores.

Son pocos los artistas que logran llegar a la plenitud de su yo íntimo.
Ides Kihlen lo consigue.



Ricardo Coppa Oliver

Concierto de colores IDES KIHLEN




Ides Kihlen nació el 10 de julio de 1917, en la provincia de Santa Fe. Su niñez transcurrió a orillas del Paraná en las provincias de Corrientes y el Chaco. La pintura, su compañera de ruta más fiel junto con la música, la siguió desde pequeña.
Ya en Buenos Aires, tempranamente entró en la Escuela 
de Artes Decorativas y así prosiguió con extrema dedicación hasta hoy que, continúa su trabajo de manera activa. 

Pío Collivadino, director de la Escuela, comenta que cuando Ides ingresó a la misma, supo de su entusiasmo por concurrir a esa institución. Vicente Puig durante más de diez años la tuvo como alumna dilecta. Frecuentó diferentes talleres, como los de: Pettoruti, André Lhote en París, también el de Batlle Planas, quien le dejó una fuerte impronta. Estudió, además, Historia del Arte.
Visitó museos de distintas ciudades del mundo. Nada la apresuró. Su trabajo se mantuvo independiente del desarrollo del arte en Buenos Aires. Quiso, más que nada, serle fiel a sus propios tiempos internos. Durante mucho tiempo, se interesó más por los procesos del arte que por los resultados. Esto tuvo dos consecuencias para ella: la primera fue que nunca se profesionalizó, nunca tomó la decisión de forjar una carrera como artista: simplemente lo era, y eso le fue suficiente. La segunda consecuencia fue resultado de lo anterior: destruyó muchísima obra y como es esperable, no les puso fechas ni títulos a sus cuadros. Los testigos de su trabajo fueron: sus profesores, compañeros de taller, Adolfo Nigro -a quien a principios de los años 80 decidió mostrarle algunos trabajos-, y por supuesto, sus hijas y su nieta
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